Viaje a Verona Italia

verona final

Viaje a Verona 

Llegué a la estación del tren. Siempre con afán. Parece que me gusta mantener el corazón acelerado. Busqué con velocidad el número asignado a la ruta, la hora y el binario.

Subí la plataforma, escuché el sonido de los trenes, vi las caras de otros turistas, bueno los ojos, porque eso es lo que ahora podemos ver en los lugares cerrados. La melodía del inicio de mi viaje era la pintoresca voz del “señor” que informa cambios en los horarios.

Dos minutos después llegó el tren, me senté, seguí la regla, dejé el espacio como lo indicaba el tren con su cartulina roja, asegurando supongo, que entendamos que hay que dejar un puesto libre.

Abro el bolso y saco este libro, este libro que ya con sus dos primeras páginas me avisa que él me eligió. ¿Les cuento la historia del libro? Hace diez meses lo compré en una librería de Medellín, lo hice envolver como regalo, pedí que lo empacaran muy lindo y muy bien, porque viajaría hasta Italia. Este libro me lo recomendó una persona a la que le gusta leer tanto como a mí, escritores Colombianos. El libro se lo di como encomienda a una amiga que viajaba para Barcelona. Le pedí el favor de hacer llegar este regalo a Módena, Italia, era septiembre y yo solo necesitaba que llegara el 7 de diciembre del 2019, el día del cumpleaños de mi novio.

Seis meses después llegué yo a Modena. En febrero del 2020 para ser más exacta. Encuentro el libro intacto reposando en una biblioteca. Lo tomo, lo abro y le pregunto a mi novio: 

-¿No lo has leído?

-No -me dice- estoy terminando otros.

Es julio, han pasado cinco meses más y el libro sigue intacto.

La maleta está lista para iniciar el viaje sola a Verona, voy a la biblioteca y elijo dos libros. aquí está: Ciudades al final de la noche de Santiago Gamboa, el que pasó por tantas manos antes de llegar a esta biblioteca.

Con esta frase me recibe: “Todos comenzamos siendo inmigrantes. El terruño que consideramos nuestro lugar en el mundo, es el resultado de una costumbre, el planeta entero nos pertenece y nadie es realmente de ningún lugar.”

2 horas y 35 minutos después salí de la plataforma. Me dejé guiar por la voz española de Google Maps, sudo lo que no está escrito, con mi intacto y blanco tapabocas en medio de un calor de 34 grados centígrados.

Así inicié mi tan anhelado viaje sola, digo anhelado porque hace varios años hago de vez en cuando trayectos sola. Me escucho, me pierdo, me encuentro, me pregunto.

El itinerario inició como lo había planeado. Cada cosa funcionaba sin mucha presión como normalmente funciona lo que funciona en la vida, con poco esfuerzo y fácil fluidez.

En el plan estaba elegir un lugar que me gustara mucho y pasar un largo tiempo ahí. Eso hice. Me encontré con Piazza Erbe, una plaza de todo mi gusto: mercado con ventas de Pinochio en todas sus versiones, sombreros, vestidos, pocillos, postales e infinitas cosas más. Una fuente, bares abiertos mirando hacia la plaza. Me senté, me tomé un spritz, una bebida típica de la región de Véneto, como le escuché a alguien decir “un cóctel piscinero”, yo soy matada con esos. Mientras tomaba la roja bebida, sola, en la mesa, en medio de muchas personas, la mayoría acompañadas disfruté eso: el anonimato.

Reír, sonreír, agradecer mientras pensaba “Qué fortuna estar sentada aquí”. Después lloré, sí lloré, ¿Qué putas vos Covid-19? Extrañar, ese humano sentimiento…Otro spritz.  Me limpié las lágrimas y los mocos, me apliqué de nuevo labial rojo y seguí en mi cita… Aprecié entonces la compañía, la de mi novio, la de mis amigas, la compañía que llena. El calor no daba tregua, subíamos a 36 grados, por fortuna tenía un ventilador al frente.

Un altro spritz per favore, grazie. Matada hablando mi italiano, sin ayudas y llegando el spritz a la mesa. Me entendieron.

Ahora veía a un grupo de hombres que miraban un poquito más de la cuenta, ja, italianos, coquetos y enamorados, pensé. Terminé de mirar a mi alrededor y volví a mi punto, mirar la plaza escuchando la música del restaurante bar del lado, sonidos de caminantes y murmullos. 

El cuarto Spritz 

Ahora bien, el último spritz y me voy. No me quiero perder la puesta del sol mientras me tomaba el último y me ponía los audífonos. Escuché mi lista de canciones favoritas, entre porro, salsa, reggaeton y house. Un mix, así como yo. Ese último spritz estuvo mejor que los anteriores… tenían de fondo mis cantantes favoritos y el efecto de los otros. 

En la cuenta solo se registraron tres, uno de los cuatro lo pagó uno de los italianos. No me interesé tampoco en saber quién fue, que muchas gracias dije para adentro.

Salí de la plaza en un zig zag sutil, entre contenta, prenda, con actitud de reconciliación, la misma cuando uno se abraza con el novio después de que algo no estuvo bien, así estaba yo pero conmigo misma.

Ahora la ruta con la españoleta de Maps era con dirección a Ponte Pietra, allá arriba, a ver el atardecer. 5% de batería del celular. No importa si no hay foto, hay ojos, hay presencia, hay vida, al fin y al cabo estamos fatigados de que todo sea con un dispositivo, me dije. Para subir debí entrar a un funicular que en segundos me mostraba la vista más linda de la ciudad.

Atardece en Verona, no hay cámara, hay retina, hay cabeza para procesar el recuerdo, hay vida para recordar que un viaje sola es vida. 

“Llegar por primera vez a una ciudad es experimentar muchas cosas, pero sobre todo la magnífica sensación de ser libre”. Esa palabra, esa sensación, esa que justo este año nos la han arrebatado de a pedacitos. Volverla a sentir, a vivir. Es tan placentera como sencillamente volver a las emociones que hacen eso: emocionarnos. 

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Comments
  1. Tatiana gil dice:

    Todo estará bien, que la solidaridad y la fe serán nuestros aliados. Ah, y el amor!

  2. Tatiana gil dice:

    Todo estará bien, que la solidaridad y la fe sean nuestros aliados. Ah, y el amor!

  3. Laura dice:

    Escuchar a la mamá,
    Escucharse uno mismo,
    Tener ese alguien con quien compartir y tener la fortuna de tener un lugar para cuidarse, a eso vino este monstruo, a enseñarnos a ver todo de una forma diferente,
    Espero que estes bien, que en Italia estén bien, que en el mundo estemos bien.

  4. Tu tía que te ama. dice:

    Me alegra saber de uds, de conocer tu pensar y tu sentir. Estamos unidos en un mismo temor pero también en una misma esperanza. Estamos haciendo todo lo posible porque este invisible enemigo no se propague más.
    Porque los virus y las bacterias son como Dios no lo vemos pero ahí está.tu

  5. CRIS dice:

    Naty conmovedoras tus palabras y más por que el inicio de tu 7 de marzo, fue el que arrancamos en casa Guille, Renata y yo ya hace 6 días. También quisiera saber que ha sido simplemente un sueño cuando abro mis ojos, a veces quisiera adelantar el tiempo o saber que esto hará parte de la historia que leeremos en miles de libros, poder adelantar las hojas, tal como un libro, y saber cuál será su final. Ha sido lo único que en el mundo entero nos tiene pensando en la misma solución. Generar conciencia, un abrazo naty fuerte

  6. Elena Hoyos dice:

    Naty….. hermoso! Gracias por compartir lo que sientes!

  7. Laura Perez Muñoz dice:

    Que bello texto para este momento… Gracias Naty 🙂

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