Lo que nos salvó en el 2020

No voy a hablar de lo bueno, ni de lo malo, no voy a decir que el 2020 fue el mejor año de mi vida, tampoco diré que es el peor. Incluso, no diré que tanto me gustó.

Para muchos significó despedir seres queridos. No sería justo llenar de adjetivos el año de una pandemia que aún no hemos superado, una que, hasta ahora, ha cobrado la vida de casi 2 millones de seres humanos. Una pandemia que, en algunos hemisferios del mundo, está cerrando una segunda ola de contagios, cuando en otros apenas se preparan para afrontarla. Por eso, por lo que he visto, leído, vivido, por temor a que los días pasen y con el tiempo olvide lo particular de cada día del 2020, hago una carta a lo que nos salvó en el 2020.   

Nos salvaron las duchas calientes: desnudos, escuchando el sonido del agua y sintiendo la indescriptible sensación de placer que da el agua caliente en la piel.

Nos salvaron los animales. Los abrazos, los lengüetazos, el silencio, la existencia de los peludos que habitan en casa. 

No salvaron las barrigas como pelotas, con vidas por dentro, trayendo esperanza.

Los libros. Los amigos, los cómplices en los días grises, los que nos hicieron enamorar de personajes que fueron nuestros, las historias que fueron más potentes que las noticias y las cifras en rojo.

Una oración, una meditación, un rosario, tener velas prendidas y deseos a viva voz, nos salvó creer que existe Dios y hay propósitos superiores. 

Los sonidos: nos salvó el ruido de los aviones, los aplausos a los que siempre han sido héroes, las canciones que más veces escuchamos, los pájaros que anunciaron una nueva estación,la máquina de café avisando la bebida lista, la olla pitando anunciando un almuerzo pronto, el pito de alguien que nos recogió y recibió con una sonrisa y una canción de fondo.

Nos salvaron las caricias, los besos, los coqueteos, los mensajes que llegaban y despertaron suspiros, los días en los que hacer el amor podía ser un abrazo, o llorar en el pecho del otro. 

La luna, los eclipses, los atardeceres, a esos sí que les debo en este 2020. La luz despidiéndose, la luz que se va con amor y absoluta belleza.

Nos salvaron los amigos que pagaron la cuenta, los días en que el encuentro con ellos fue la dicha absoluta.

Nos salvaron los que protegieron el planeta, los hospitales, los terrenos que tienen la comida que llegaron a nuestras mesas.

Nos salvaron las bromas, los videos que nos hicieron reír; los memes, los chistes, el humor que nos acompañó en el 2020.

Los contenidos: las películas, las revistas, los documentales, las frases que guardamos, las fotos que hemos mirado infinitas veces.

Nos salvaron las permanencias. Las cosas que, aunque cambiaron, estuvieron ahí quietas, en silencio, sin necesitar decir aquí estoy. 

Tantas cosas nos salvaron en el 2020, que a esas cosas solo les puedo decir: gracias por aligerar, por estar, por quedarse, por ser melodia, transformación, espacio, energía y tiempo.  

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Comment
  1. Luz María castaño v dice:

    Nos salvaron las pantallas, las videollamadas y el amor… el amor profundo que genera los sueños y esperanza!!!

Natalia Correa © todos los derechos reservados 2020. Sitio web por Simaduse